Plataformas para la vida flotante
Debajo de la extensa megalópolis llamada Ciudad de México existe otra ciudad conformada por las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo (STC). Ambas están interconectadas a través de los recorridos de los usuarios, quienes las utilizan no sólo motivados por necesidades prácticas, también viven ahí, por ejemplo, sus encuentros amorosos o las conversaciones que suceden tras la jornada laboral, así como otras experiencias inevitables que solo pueden ocurrir en la cotidianidad del transporte público.
Lo cierto es que estos hechos moldean el paisaje urbano a través de nuestras respuestas corporales y conductuales a fuerza de implicarnos en un recorrido que reta constantemente nuestra sensorialidad. Pocos podrán negar que recorrer el “Metro” es una actividad densa, la cual está obligada a obviar las características de arquitectura y diseño de su infraestructura en favor de concentrarse en el uso efectivo del tiempo, así como en las incesantes negociaciones espaciales tanto en sus andenes y pasillos como al interior de los vagones.
e concentrarse en el uso efectivo del tiempo, así como en las incesantes negociaciones espaciales tanto en sus andenes y pasillos como al interior de los vagones.